lunes, 13 de enero de 2014

Un año todo lo bueno que puede ser

Pienso en el 2014 y sigo queriendo que pase despacio.

Tengo una sensación y esperanza de que en este año está todo dado como para que sea un año increíble, si así me propongo vivirlo.

Increíble no justamente porque lo tenga todo controlado.
Que sea increíble dependerá de lo que yo le proponga al año, y de cómo me tome lo que él tenga para proponerme a mí.

Es una frase exigente.
Decirla y no poder cumplirla es igual de fácil.

El ánimo es ése, de todos modos.

Calculo que la clave para que pueda vivirlo bien es desacoplar lo que el año me proponga de la propuesta que yo le haga... algo así como no esperar que todo salga como pienso, que todo aparezca cuando quiero.

Después de todo, no sé nada, no conozco nada. Mejor que Otro sea el que disponga... uno que sepa más, que me quiera más.

A propósito, parrafón de von Balthasar...:
¡Avanza, muestra tus manos vacías, de lo contrario no te las podré llenar! De lo contrario pasaré de largo junto a ti con mi fresco don y te abandonaré a tu ya rancia bagatela. Créeme que eres más rico cuando puedes concluir y destruir tu felicidad y tus horas de elevación; eres más rico cuando puedes ser pobre, y permanecer abierto en lugar de ser un pordiosero a la puerta del futuro. ¡No te detengas, no te encierres, no te pegues a nada! ¡No puedes acaparar el tiempo, aprende de él la prodigalidad! Sé pródigo por propia voluntad y reparte aquello que de otro modo se te arrebatará a la fuerza. Entonces serás tú, que te quejas de haber sido robado, más rico que un rey. El tiempo es la escuela de la exaltación, la escuela de la magnanimidad.

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