lunes, 16 de septiembre de 2013

Una historia común

Hacía un tiempo había oido de un chico mongolés, que había tenido nota perfecta en un MOOC, hasta que este tuit de Oscar Ghillione, Director Ejecutivo de Enseñá por Argentina, me hizo conocer la historia completa.

Para quienes les gustan las historias de héroes, esta, por suerte, no lo es.

Si uno se imaginaba un chico de clase baja, o incluso, marginado... Battushig no lo es: pertenece más bien a la clase media.

Si uno se lo imaginaba yendo contra la corriente, y peleando contra un profesor más interesado en hablar que en enseñar... este no es el caso: su profesor fue el primer egresado del MIT nacido en Mongolia.

Si uno se imaginaba a este chico viajando kilómetros por día para llegar a un lugar con internet y poder ver los videos de la clase ahí... este no fue el caso: en Ulan Bator, casi todas las casas tienen internet.

Si uno imaginaba a Battushig, sin dormir, en un pelea prácticamente personal, sin nadie que lo acompañe o desafíe para conseguir empezar y terminar el curso... tampoco este fue el caso: junto con Battushig aproximadamente otros 20 compañeros de clase se anotaron, y la mitad logró terminar.

Por todo esto, esta es un gran historia.

Lo heroico, que no debería ser tan así, pero que en el mundo de hoy lo es, está en dos cosas.

Por un lado, en haberse anotado y querido hacer la materia Circuitos y Electrónica, de edX. Eso era más bien algo que hubiera estado en la cabeza de alguien de 1er año de la facultad, cuando él tenía 15 años. Un objetivo grande!

Por otro lado, Tony Kim, un amigo de su profesor, eligió ir 10 semanas (semanas!!) a ayudar a los chicos a prepararse para esta materia, llevándoles, además, lo necesario como para poder armar un laboratorio que los ayudara a experimentar.

Ahora que estos cursos ya están entre nosotros, esta historia, con estos elementos, se podría multiplicar por 1.000 en el mundo. Sólo hace falta que un grupo de chicos quiera ponerse objetivos muy desafiantes, y que alguien con más experiencia quiera motivarlos y ayudarlos.

El caso de William Kamkwamba es uno en el mundo... de este sí que no sé cuánto más podrían haber.
Pero el caso de Battushig es algo mucho más alcanzable y replicable.

La carrera de su profesor, Enkhmunkh Zurgaanjin, como primer egresado mongolés del MIT, naturalmente podría haber sido excelente en las corporaciones de la capital... pero eligió otro camino:
My vision is to have more skilled engineers to develop Mongolia. To do that, everything has to start from the beginning.

Hay muchos como él que eligen y eligieron hacer lo mismo. Personas muy preparadas que eligen el camino de formar a otros. No es para todos, ni es lo que todos tenemos que hacer, pero qué bueno que hayan algunos que lo hagan.

Cuántos más Battushig estarán floreciendo en el mundo porque cada uno sembró y aportó lo que debía.

jueves, 12 de septiembre de 2013

No saber todas las respuestas

Respecto a la compra de The Washington Post por Jeff Bezos, esta es una de las notas que más me gustó.
No es tanto acerca del acontecimiento en sí sino que se refiere a uno de los primeros encuentros de él con la gente del diario, en un marco en el que se permitieron preguntas libres de la gente.

A pesar de tener fama por sus formas a veces duras para interactuar con las personas, me parece un tipo realmente brillante.

Uno de los mensajes que le transmitió a la gente, a los periodistas del diario, era que tenían que pensar de qué manera este diario iba a ser diferente, que tenían que pensar en grande cuál era la próxima era dorada del Post.
Ante este mensaje, un veterano del diario le preguntó cómo debía ser esta nueva era, habiendo el diario ya vivido una.

La respuesta de Bezos:
We can’t go backwards. We also can’t think small. We need to think big and lean into the future. The death knell for any enterprise is to glorify the past no matter how good it was, especially for an institution like the Washington Post which has such a hallowed past.” He said “it is super clear to me already that people are eager for a golden era… What it means we still need to figure out.
Más allá de que probablemente hoy ya tenga mil ideas de para dónde agarrar o por dónde empezar a experimentar, y, por qué no, una fuerte intuición de por dónde va a venir la estrategia, rescato su seguridad en poder decir públicamente, frente a un público al menos no-fácil, que no tiene LA respuesta, LA dirección a la cual van a apuntar.

Un líder que puede decir "no sé, pero de alguna manera lo vamos a descifrar" (más allá de que internamente él pueda saber pero prefiera no decir nada para no limitar o sesgar las opciones que pudieran surgir de ellos).

Lo primero: "vamos a descifrar" en lugar de "van a tener que descifrar". Un detalle, algunos inclusos dirán que es retórica, pero si uno lo dice honestamente y se muestra honesto, tiene un valor enorme. "Es un trabajo de todos y naturalmente yo también voy a tener que hacerlo".

Lo segundo: en general, lo importante no es tanto la respuesta, sino la pregunta.
La pregunta es lo que exige, lo que anima, lo que abre posibilidades. Literalmente, es lo que cuestiona.

Quizás un indicador de la sanidad de un negocio pueda tener que ver con un nivel razonable de preguntas sin respuesta, siguiendo la teoría de Clayton Christensen:
Questions are places in your mind where answers fit. If you haven’t asked the question, the answer has nowhere to go. It hits your mind and bounces right off. You have to ask the question – you have to want to know – in order to open up the space for the answer to fit.